viernes, 12 de octubre de 2012

V. Inicio de la travesía: Coraje



Coraje. Esta fue la palabra con la que las personas que encontré en estos primeros días de viaje describieron el mismo. Por esta razón, ese es el nombre de este relato.

Me despedí de mi amigo Fábio a eso de las 10 am (hora local) del sábado 6 de octubre. Minutos antes de partir, Fábio me mostró el siguiente video en su computador:


Me gustó mucho la canción y decidí adoptarla como canción oficial para mi viaje. De esta forma di inicio oficial a la Travesía de Los Andes. 

El intenso calor deparaba una primera jornada agotadora. Mi objetivo era andar entre 100 y 120 Km diarios, con lo cual llegaría a mi primer destino (Campo Grande - MS) en unos 6 u 8 días. Allí sería recibido por mi amigo Carlos Lehn, a quien le conté sobre mi viaje y que no lo pensó dos veces para ofrecerme en su casa un sitio para descansar.

Mi primera ciudad en el camino fue São Miguel de Iguaçú, a donde llegué a la 1 pm.  Fui a un mercado y después busqué un lugar tranquilo para preparar mi almuerzo. Además de los ingredientes del almuerzo, compré frutas (naranjas y bananos) y galletas para ir comiendo en el camino. La plaza de la ciudad fue el lugar escogido para poner a prueba la cocina que armé para el viaje. Preparé arroz con maíz y un apanado de pollo (hice dos porciones, de tal suerte que me sobrase una para la comida). Hecho el almuerzo y después de descansar un poco, organicé mis cosas y continué la pedaleada.

En el camino se pueden encontrar varios puestos de gasolina, bien sea en las ciudades o cada 30 o 40 Km en la carretera. Los puestos de gasolina en Brasil tienen dispensadores de agua potable helada, lo cual resulta de bastante ayuda para reabastecer las caramañolas con el preciado líquido. Sin embargo, la alta temperatura del día hizo que el agua no durase fría por mucho tiempo (mis caramañolas no conservan la temperatura), calentándose en cuestión de minutos. Ya en los primeros kilómetros me acostumbré a los refrescantes sorbos de agua tibia.

El territorio brasileño no es plano en su mayoría como algunos desinformados comentan. El hecho de que la cordillera de Los Andes no pase por parte de este país no implica que no exista un relieve acentuado en algunas regiones. De hecho, los primeros kilómetros estuvieron marcados por subidas y bajadas de poca inclinación, sin embargo, extensas. Además del relieve, el calor también hacía de las suyas, llevando a que la velocidad media no superase los 16 Km/h. La carretera por la que iba contaba con una buena berma, por lo cual me sentí tranquilo con el pasar de los camiones a mi lado. No obstante, debo confesar que es intimidante cuando un camión que viene en sentido contrario decide pasar a otro vehículo. La bofetada de viento que se recibe de estos colosos cuando esto sucede es bastante fuerte y se debe agarrar fuerte el manubrio de la bicicleta para mantener el equilibrio.

Siendo las 6 pm había andado apenas 60 Km, por lo que decidí  pedalear el kilometraje restante hasta una ciudad llamada Santa Helena en la noche. Con chaleco reflectivo, linterna frontal y luces traseras encendidas, pedaleé hasta la referida ciudad en medio de la oscuridad. Fue una buena decisión continuar el viaje en la noche ya que sin la presencia del inclemente sol pude andar más rápido. Luego de poco más de 2 horas llegué a la entrada de Santa Helena, en donde había un puesto de Policía de Carreteras. Vi que en las instalaciones de este lugar había un espacio perfecto para montar mi carpa, por lo que le pedí al oficial de turno permiso para pasar la noche allí. El oficial lo dudo un poco, sin embargo accedió a mi petición y me permitió armar mi campamento. Aun estando al lado de la carretera, el ruido de los camiones que por allí pasaban no superó mi cansancio, por lo cual tuve una plácida noche de sueño. Debo destacar la gran comodidad del aislante térmico que compré para este viaje, el cual, además de ser liviano es bastante compacto para llevar, contario a las delgadas y voluminosas espumas de 1 cm de espesor que comúnmente se usan para acampar. Sin duda, vale la pena la inversión en este accesorio.

Habiendo cumplido con la meta de 100 Km en el primer día, me levanté con mucho ánimo en el segundo para realizar una distancia semejante. Junto al levantamiento del campamento, hacer el desayuno, almuerzo y comida del día (estas dos últimas las empaco en recipientes plásticos) son las primeras actividades del día. La segunda jornada terminó con apenas 70 Km rodados en la ciudad de Marechal Cândido Rondon, en donde pasé la noche en la plaza principal de la ciudad. En esta ocasión no tuve ninguna entidad policial cerca. No obstante, luego de observar el movimiento de personas que había en la plaza, me pareció seguro acampar allí. La baja en la distancia recorrida este día se debió al incremento de las subidas en el camino (en total un ascenso aproximado de 160 metros de altitud) y también al intenso calor que de nuevo hizo presencia durante la pedaleada. En este día se llevaron a cabo las elecciones de alcaldes y concejales en Brasil.
Antes de iniciar la tercera jornada de pedal, fui a la bicicleteria Lirio (en Marechal Cândido Rondon), la cual había visto el día anterior pero que estaba cerrada en el horario en que pasé. Allí hicieron a mi bicicleta unos ajustes en los cambios, incluyendo cambio de fundas de las guayas. Para mi sorpresa, no me cobraron por este servicio, argumentando ser una colaboración para mi viaje. Muchas gracias Lirio! El dueño de este local me contó sobre un cicloturista brasileño que le está dando la vuelta a Suramérica y de quien es buen amigo. Al igual que yo, él salió desde la ciudad de Foz do Iguaçú.
El tercer día estuvo marcado por el paso de Paraná (PR) a Mato Grosso do Sul (MS), divisa marcada por el rio Paraná entre las poblaciones de Guaíra (PR) y Mundo Novo (MS). Fue bastante emocionante pasar por el puente que une estos dos estados brasileños, puente cuya extensión es de casi 3 Km. En este día totalicé 110 Km, llegando hasta una pequeña ciudad llamada Eldorado, en donde acampé en una pequeña plaza que me sugirieron dos policías militares que me abordaron en mi paso por la ciudad. Nuevamente el calor y un terreno de extensas subidas y bajadas caracterizaron el pedal del día.
Había comentado a mi amigo Carlos que en seis días estaría visitándolo en Campo Grande (distante 720 Km de Foz do Iguaçú, ciudad donde salí), pero considerando los 280 Km andados en los primeros tres días comencé a dudar sobre el cumplimiento de este plazo.  Afortunadamente, el saber que en viajes de este tipo no se debe ser tan estricto con el tiempo me trajo alivio ante la posibilidad de no llegar en el tiempo pactado, pues lo realmente importante es llegar al destino planteado.
El cuarto día trajo consigo un alivio en el terreno, pues el estado de Mato Grosso do Sul es bastante plano. Esto me permitió andar 130 Km hasta la ciudad de Juti, ciudad a la que llegué a las 8 pm (este día volví a pedalear en la noche) y en donde se celebraba la victoria en las elecciones del domingo pasado de la primera mujer alcalde de esta ciudad. Debido a esta celebración, descarté la opción de acampar en la plaza principal ya que por causa de los festejos había bastante movimiento en las calles. Solicité entonces permiso para acampar en el puesto de Policía Militar de la ciudad, lugar en donde amablemente me permitieron montar mi carpa.  Esa noche cayó una fuerte lluvia, lo cual haría que las altas temperaturas que se venían presentando en la región disminuyesen. Disfruté mucho escuchando en mi carpa esta lluvia, pues sabía que al día siguiente no me iba a enfrentar a los 40 °C que en promedio venía enfrentando desde el sábado que salí.
Gracias a la reducción en la temperatura, recorrí en el quinto día 150 Km, llegando a la ciudad de Rio Brilhante, en donde a la entrada de la misma encontré un buen lugar para acampar al lado de un bar que allí había, esto claro está con el permiso del dueño. El día anterior había quebrado dos radios de la rueda trasera, por lo que tuve que parar en el camino en la ciudad de Caarapó para reponerlos. Pregunté en dos pequeñas bicicleterias por este servicio, en donde recibí la misma respuesta después de que vieron que mi bicicleta tenía frenos de disco: “tiene que ir a Ciclo-Camarão, solo allá trabajan con bicicletas de ese tipo” me dijeron. Efectivamente fue allí donde repuse los radios quebrados, centré el aro de la rueda y aproveché para compartir un Tereré con el mecánico de la misma. No había experimentando antes esta bebida, la cual pensé que era consumida apenas en Paraguay. Contrario al mate (chimarrão) que se consume en Rio Grande del Sur (que es con agua caliente), el Tereré es una bebida helada. No obstante, las dos tienen en común el hecho de ser una bebida con hierbas y agua.
Después de ver como había logrado aumentar mi rendimiento gracias a la reducción en la temperatura (pedaleaba ahora con 25 °C) y sabiendo que aun me restaban 160 Km hasta Campo Grande, decidí que haría esta distancia en mi sexto día de travesía pese a que ya viniese de 5 extenuantes días de pedalear. Y así fue, en horas de la noche llegué a la casa de mi amigo Carlos, quien me recibió con una deliciosa cena. Aproveché mi estadía aquí para descansar, leer un buen libro (La Buena Suerte, de Álex Rovira Celma y Fernando Trías de Bes), organizar mi cosas (lavar ropa y limpiar la bicicleta), tomar Tereré y conocer un poco de la capital de Mato Grosso do Sul, estado brasileño con una vasta biodiversidad. Muchas gracias por tu hospitalidad Carlos!
Mañana lunes 15 de octubre continuaré mi viaje, esta vez rumbo a la ciudad de Bonito (distante 290 Km de Campo Grande), la cual, por las imágenes que vi, hace honor a su nombre.
En el próximo relato les contaré sobre este nuevo trayecto y los sitios que visité.

2 comentarios:

  1. Bom dia Alejandro
    Espero que leve da cidade de Sidrolândia/MS uma boa lembrança, que DEUS lhe guarde e o abençoe nesta viagem e em toda a sua vida ...
    Mario Arruda

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  2. Alejandro
    Espero que tengas éxito en tu pedaleada, y que la disfrutes muchísimo.
    De tu maestro

    Kleber

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